Unionistas está de lleno en su adolescencia como club y, sin quererlo pero sabiéndolo, debe hacer frente a los conflictos propios de esta edad.
Cuando eliges un equipo de fútbol también eliges a un enemigo. Hacerse seguidor de un equipo implica heredar las fobias hacia otros clubes, sus jugadores y seguidores basadas en unas causas que, a buen seguro, resultan desconocidas. En el libro Las travesías del escritor colombiano Gilmer Mesa, se retrata a la perfección cómo las disputas, los odios y rechazos dentro y fuera de una familia se heredan de generación en generación sin siquiera saber porqué. Es un rechazo hacia el otro, por el mero hecho de llevar un apellido, vivir en según que lugar o portar la camiseta de un equipo, en el que educamos sin ser conscientes y que terminan por determinar el futuro de quienes nos siguen. Lo mismo hacemos con nuestros amigos, nos sumamos a sus rechazos hacia los demás sin conocer los motivos o, conciéndoloes, pero sin compartirlos, solo por mera adhesión solidaria, en el trabajo o en tantas otras situaiones por el afán de formar parte.
En el fútbol vemos lo mismo. Cómo las rivalidades entre los equipos se mantienen sin saber muy bien de dónde ni el motivo. Es más, es probable que los motivos por lo que se instauraron ya no siquiera existas ni afecten. Sin embargo mantenemos los discursos. Lo vemos en las rivales entre barcelonistas y madridistas que, de tanto en cuando, como ahora vuelven a aflorar sino es por a será por b. Si ponemos la vista en lo local, en Salamanca aflora una rivalidad entre los dos clubes de la ciudad Unionistas y Salamanca CF y, en las últimas semanas, entre los grupos de animación del equipo de fútbol popular.
En la grada de Unionistas se vive un conflicto generacional. Por una lado los afición más veterana, con una visión más festiva y relacional de cada encuentro frente a unos grupos de jóvenes que buscan una animación más visceral, apasionada que quiere salirse de lo que entienden del paternalismo instaurada en la afición blanquinegra. Estos grupos de jóvenes buscan su propia emancipación, sentirse liberados, compartiendo con ellos las razones por las que llevar esa actitud beligerante con el resto de la grada. Así tratan de desafiar las normas establecidas en el funcionamiento de la grada y exhiben, a través de las redes, una actitud victimista así como de confrontarse ante quienes cuestionan su posicionamiento. Todo un conflicto entre generaciones que las familias con hijos adolescentes conocen a la perfección. Es lo que está pasando en Unionistas, un equipo que, con dice años de vida, está empezando a entrar en la adolescencia como club
Vemos cómo estos jóvenes, tan activos en las últimas fechas, Comparten entre ellos las razones de un desencanto porque sienten que no les dejan animar como les gustaría y han encontrado un enemigo común: los aficionados que etiquetan como Flanders. Enumeran y exhiben una serie de razones para mostrarse unidos en su casa, alegando idénticos argumentos en su conjunto a la hora de presentar las razones de su desencanto. Sí preguntásemos uno a uno a buen seguro que muchas de ellas no son tan siquiera las suyas. No tienen ni porqué serlo. La verdadera razón del comportamiento de estos jóvenes se debe, fundamentalmente, a que se sienten parte de algo independientemente de lo que le pasa a cada uno de ellos, porque a buen seguro, entre ellos mismos, a ninguno de los que le rodean en este causa le importa lo que les sucede, preocupa o sienten. Cada ser humano busca con sus actos, sea de la naturaleza que sea, incluso violentos, la felicidad. En esas están estos Nelson, Jimbo y Kearny de la grada, buscando una forma, acertada o no, de ser felices. El tiempo les dirá si era la senda adecuada. Nos vemos el próximo partido en la grada. Hasta lueguito.