Está la grada de Unionistas, por un lado, mostrando el compromiso de acudir al estadio a dejarse la garganta animando al equipo frente al Arenteiro y, por otro, iniciando una caza de brujas a la caza del culpable de la situación.
Hasta hace quince días los dedos señalaban al entrenador Dani Llácer. Una vez caído el técnico y llegado Acciari los siguientes en ser señalados han sido el director deportivo Rubén Andrés y el presidente de Unionistas. La goleada recibida en Tarragona apunta, ahora, directamente a los jugadores. Se buscan responsables y, en estos momentos, se exige que el técnico ponga en el campo a los jugadores comprometidos con el proyecto dejando en el banquillo y en evidencia a quienes se muestren desentendidos del objetivo de la permanencia. La grada busca a los Schettino, aquel capitán que provocó el naufragio del Costa Concordia, rogando al técnico que señale a quienes ir a pedir cuentas a final de temporada en caso de que se produzca la debacle.
Ocurre en una categoría como la Primera RFEF que muchos jugadores que hacen carrera en ella terminan viviendo en sus carnes un descenso. En esta plantilla de Unionistas Aitor Pascual, Pau Martínez, Ramiro Mayor, Vergés, Gorka Santamaría o Dani García, lo han vivido en sus carnes y pueden aportar de su experiencia para afrontar la situación. Sin embargo, ocurre también que ninguno de los jugadores continúo en el equipo con el que descendieron. Los motivos pueden ser muchos que van desde las dificultades del club descendido para cuadrar presupuestos y salarios una categoría por debajo, los contratos de corta duración en estas categorías o la busqueda de un futuro profesional más halagüeño de los jugadores. Es difícil exigir compromiso de un jugador con un equipo en estas categorías. Lo habrá en aquellos que, por origen, estén apegados al club o la ciudad o quienes hayan vinculado su proyecto de vida al margen del fútbol en la ciudad en que se asienta. Fuera de ellos, desbandada y daros por besados.
Los aficionados, los fieles al equipo, seguiremos al lado del equipo. Mostraremos compromiso dejándonos la garganta, robando tiempo que dedicar a los nuestros para ir animar al equipo y vivir el partido del viernes como uno de esos días que pueden dejarnos grabados un recuerdo, bueno o malo, que puede acompañarnos por siempre. A la grada vamos a cultivar recuerdos y está en nuestra mano, en nuestras voces y en nuestro aliento, hacer todo lo posible para que esté sea un buen recuerdo. Nos vemos en viernes de Dolores. Ad Astra per aspera.